Hoy, derribamos el mito de que la única forma de vender es ofreciendo precios bajos. Es fácil entenderlo; piensa en marcas de celulares y es probable que Apple sea una de las primeras que te vengan a la mente. Esta simple observación desafía la idea de que el precio más bajo es la clave para el éxito en ventas.
Esta mentalidad nos lleva a pensar en estrategias de costos complejas y a menudo nos coloca en una situación de rentabilidad ajustada que puede resultar perjudicial en momentos de baja demanda, poniendo en riesgo la sostenibilidad de la empresa o del emprendimiento. En realidad, el precio alto, o lo que está de moda ahora como 'high ticket', suele estar asociado con productos exclusivos de alta calidad.
La estructura de precios no solo depende del producto en sí, sino del valor que éste aporta al cliente. Cuanto mayor sea la satisfacción que ofrezcas, mayor será la disposición del cliente a pagar. Sin embargo, el mercado es el que finalmente valida este valor. Puedes fijar el precio que desees, pero si no hay una respuesta positiva por parte de los clientes, no estará validado. Por ejemplo, puedo ponerle un precio de 60 millones a una remera. Sí, has leído bien, esa cifra. Pero si no hay demanda en el mercado, ese precio no tendrá validez alguna, a menos que alguien con un excedente de dinero quiera hacer alarde de pagar un sobreprecio por mera diversión.
Volviendo al tema central, es fundamental vender al precio que sea rentable para tu negocio. Necesitas que cada venta te proporcione una rentabilidad que te permita seguir invirtiendo en innovación y mejora continua.