La mejora del 1% diario: cuando las metas son alcanzables, y día a día, uno intenta ser mejor, por mínima que sea dicha mejora puede marcar la diferencia. Sucede lo mismo que en una inversión a interés compuesto: esa mejoría va incrementando constantemente. Quizás no se produzcan cambios visibles en el corto plazo, pero al cabo de 2 años el resultado podría ser increíble.
Así como también sucede lo mismo a la inversa. Hay un ejemplo que lo gráfica a la perfección:
Un capitán de barco le designa un rumbo a un marinero. Dicho marinero se queda dormido y gira por error a 45 grados; es tal la brusquedad del cambio que el capitán logra corregir el rumbo. A las horas, en una situación similar, el marinero vuelve a mover el timón, pero en esta oportunidad fue solo 1 grado. El resultado fue que, en vez de llegar a su destino, el cual era Europa, llegan a África. Fue mucho peor la resultante de ese grado mal direccionado, dado que pasó desapercibido. Tanto en la mejora como en el deterioro, ese grado o 1 por ciento, es el que va a acercarnos a nuestro objetivos o, en el peor de los casos, separarnos de él. Tranquilos, que si no se rompe el timón, se puede volver a direcciónar.